No podríamos vivir sin ellas. Nos ofrecen ese confort y esa temperatura que tanto necesitamos en nuestra casa en los meses más fríos del año. Pero claro, como todo, las calderas de calefacción también tuvieron su origen, ¿sabrías adivinar cuáles fueron las primeras?
Su objetivo, desde que se inventaron, es el mismo: proporcionarnos una temperatura más cálida. ¿A quién se le ocurrió tan buena idea? Las primeras calderas de calefacción eran totalmente diferentes a las actuales y como en muchos aparatos de este tipo la Revolución Industrial tuvo mucho que ver.
Las primeras calderas de calefacción nacieron al calor, nunca mejor dicho, de la primera máquina de vapor ideada por el inglés James Watt. Aunque la historia ha sido algo generosa con este y no con el que ideó en serio una máquina capaz de almacenar agua, calentarla y generar valor, el francés Denis Papin. Sin embargo Watt fue mucho más ambicioso e ideó una máquina que revolucionó el transporte para siempre.
Las primeras calderas que se usaron para calentar pisos no llegarían hasta principios de 1900 y se instalaron en las principales ciudades de EEUU, como por ejemplo Nueva York. A todos nos viene la cabeza la imagen en blanco y negro de esos enormes edificios de ladrillo saliendo humo blanco de las alcantarillas. Bien, ese era el vapor usado por las primeras calderas que se instalaron en edificios privados. Un vapor inmenso que poco tiene que ver con las actuales calderas.
Watt no partía de cero, a principios del siglo anterior el físico francés Denis Papin había diseñado una máquina que era capaz de almacenar agua, calentarla y generar vapor. La denominada Marmita tenía capacidad para 150 litros de agua y contaba con una válvula que permitía regular la presión del vapor de agua. La popular olla a presión es heredera de aquel invento.
Calderas de carbón y calderas de gas
Sin embargo también en otros edificios, sobre todo de la vieja Europa, se instalaron otras calderas, las de carbón, sobre todo en Reino Unido. ¿Cómo funcionaban? Las tuberías llevaban el agua caliente hasta las viviendas y ésta se repartía por los radiadores de hierro fundido. A mayor distancia de la caldera, como era lógico, menor temperatura tenía el agua. Esto provocaba que los vecinos de los primeros pisos tuvieran que soportar demasiado calor para que las viviendas superiores no pasaran frío lo que provoca no pocos alterados vecinales.
Las últimas en llegar fueron las calderas de gas. Una manera de calentar el agua en las llamadas calderas atmosféricas. Y basada en una serie de quemadores alimentados por gas que calentaban un serpentín por donde circulaba el agua hasta llevarla a los 90ºC. Y desde estas a las actuales, la evolución ha cambiado sobremanera
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